Iron Meat

¿Recuerdas esa época dorada de los videojuegos en la que todo explotaba, los músculos eran del tamaño de tractores y la historia se resumía en “hay cosas malas, ve y revienta todo”? Pues prepárate porque Iron Meat es como meterse un chute directo de Contra, Metal Slug, Doom y churrasco sangrante todo en uno. Vamos, una barbacoa pixelada de destrucción y nostalgia con sabor a plomo y heavy metal.

26

¿De qué va este fiestón de sangre y acero?

Iron Meat, desarrollado por Ivan Suvorov (alias “el artista del caos pixelado”) y publicado por Retroware, es un run-and-gun 2D donde lo único más grande que el arsenal es el número de cosas que explotan por segundo. La premisa es simple: hay un parásito alienígena biomecánico —llamado «la Carne», porque los rusos no se andan con metáforas— que ha infectado a todo bicho viviente, máquina, humano o tostadora. ¿Tu misión? Acabar con esa carnicería andante a base de metralla, fuego y actitud ochentera.

Encarnas a Vadim, un tipo tan duro que probablemente se afeita con una motosierra y desayuna tornillos. No necesita mucha historia: solo una causa justa y una ametralladora con más munición que sentido común.

27

Estilo visual: pixel art con esteroides y tripas

Desde que arranca, Iron Meat te lanza directamente a una sinfonía de sprites animados, colores saturados, y enemigos que parecen salidos de una pesadilla provocada por ver Aliens y Robocop en bucle. Aquí todo está infectado por “la Carne”: soldados, tanques, helicópteros, y lo que parece un frigorífico con patas y tentáculos. A medida que avanzas, el juego se vuelve más grotesco y delicioso, como si Salvador Dalí hubiese diseñado niveles para un arcade enloquecido.

Y ojo, porque a pesar de lo exagerado, el arte tiene un mimo tremendo. Cada nivel es un homenaje a los grandes del género, con guiños evidentes a Contra, Blaster Master, Metal Slug, y probablemente a tu infancia si la pasaste en recreativas.

28

Jugabilidad: correr, disparar y repetir hasta que te sangren los pulgares

El bucle jugable es simple: corres, disparas, recoges armas, mueres, repites. Y te lo pasas teta. Es un homenaje directo a los arcades de los 80 y 90 donde los reflejos lo eran todo y donde el botón de disparo se desgastaba más rápido que tu paciencia en una cola de Hacienda.

Hay armas para todos los gustos: ametralladoras, lanzallamas, rayos láser, y otras con nombres que no sabes ni pronunciar pero que hacen BOOM bonito. Algunas incluso tienen modos alternativos, por si te cansabas de matar de una forma y preferías probar otra. Variedad, que no falte.

Y si no mueres al menos veinte veces por nivel, probablemente estés usando algún tipo de pacto con el diablo o vienes del futuro con reflejos cibernéticos. Porque Iron Meat es difícil, pero de esa dificultad justa que pica, no frustra. Bueno, a veces frustra, pero como frustra el ajedrez: te mueres, aprendes y juras venganza.

29

Música: riffs de guitarra, sintetizadores y adrenalina líquida

La banda sonora de Iron Meat no acompaña: arremete. Compuesta por Darkman007 (un nombre digno de DJ del apocalipsis), mezcla riffs de guitarra eléctrica con bases electrónicas que podrían reanimar a un muerto. Es la música perfecta para liarte a tiros con mutantes biomecánicos mientras saltas por plataformas cubiertas de carne corrupta.

Si alguna vez pensaste “ojalá pudiera jugar a Contra mientras un concierto de metal me revienta los tímpanos”, enhorabuena: tus deseos oscuros han sido escuchados.

30

Modos de juego: más carne, por favor

Iron Meat incluye campaña, modo arcade, cooperativo local (sí, puedes sufrir con un colega a tu lado, como en los buenos tiempos) y hasta un modo boss rush por si te gustan los jefes que ocupan media pantalla y te matan con una mirada.

Y los jefes… ay, los jefes. Son enormes, grotescos, agresivos, y con fases que te hacen pensar que los desarrolladores tienen alguna cuenta pendiente con la humanidad. Uno parece un corazón gigante con piernas, otro un tren mutante, y todos están animados con una malicia exquisita.

¿Es solo nostalgia? ¿O hay algo más?

Sí, Iron Meat juega descaradamente con tu nostalgia. Pero no es solo un refrito retro. Tiene alma propia. Es como el primo macarra de Contra: el que se fue al este, se tatuó un dragón en el pecho y volvió con una moto y cinco lanzamisiles.

No hay historias profundas, decisiones morales ni finales múltiples con dilemas éticos. Aquí la única decisión es “¿quieres morir con estilo o con mucha violencia?”. Y eso, amigos, tiene su encanto.

Además, está hecho con mimo, se nota que el desarrollador ama los clásicos y ha querido devolverles el favor con una carta de amor ensangrentada y pixelada.

Cosillas que podrían mejorar (aunque sea con cariño)

  • El cooperativo online brilla por su ausencia. Vale, jugar en local es la caña, pero en pleno 2025 echamos en falta poder gritarle a tu colega por Discord mientras ambos mueren aplastados por una turbina carnívora.

  • La curva de dificultad a veces es como una montaña rusa soviética: va de 0 a “¡socorro!” sin transición.

  • La historia es más simple que un bocata de pan: lo cual puede ser bueno o malo, según tu gusto por las tramas.

Pero vamos, que no has venido aquí por la narrativa de Shakespeare. Has venido a destrozar monstruos biomecánicos con armas absurdamente potentes. Y eso, lo hace de maravilla.


En resumen: Iron Meat es un fiestón sangriento con sabor a gloria retro

Si te gusta el pixel art bien animado, los juegos difíciles que te hacen gritar “¡maldita sea, otra vez no!”, los enemigos repulsivos pero entrañables, y las explosiones por segundo a niveles ilegales… entonces Iron Meat es tu nueva droga retro.

Es una carta de amor a los arcades de nuestra infancia, escrita con sudor, metralla y mucha, mucha carne corrupta. Y no nos referimos a lo que te ponen en ciertos kebabs.

Así que ya sabes: ponte tus mejores gafas de sol ochenteras, cárgate de munición, y prepárate para un viaje lleno de vísceras, guitarras eléctricas y nostalgia violenta. Porque en Iron Meat, si no revientas cosas cada 5 segundos… probablemente estés muerto.